viernes, 16 de diciembre de 2011

FECHA DE CADUCIDAD Y FECHA DE CONSUMO PREFERENTE

Estos dos conceptos crean dudas entre los consumidores a la hora de consumir o no un alimento. En general, si se nos plantea la duda, no hacemos distinción entre estos dos datos y desechamos el alimento que ha sobrepasado la fecha que aparece en el envase.

La poca información que manejamos en nuestro día a día sobre este tema, origina toneladas de alimentos al año que no se utilizan a tiempo y caducan o que se desechan sin tener en cuenta si todavía siguen siendo seguros.

Para poder aclarar estos dos conceptos debemos entender la información de las etiquetas que, por supuesto, está regulada.

La normativa (europea y española) vigente relativa al etiquetado y presentación de productos alimenticios establece (entre otras muchas cosas que hablaremos en otro momento) la obligatoriedad de incluir en el etiquetado del alimento la información relativa a la vida útil del producto.

La vida útil es el tiempo que transcurre desde la elaboración del producto hasta su deterioro. A partir de ahí, el fabricante debe determinar la fecha de duración mínima o consumo preferente o a la fecha de caducidad.

La fecha de caducidad que aparece en las etiquetas de los alimentos refleja el día límite a partir del cual el alimento no es adecuado para el consumo, pero desde el punto de vista sanitario.

La fecha de consumo preferente hace referencia al tiempo en el que el producto mantiene intactas sus propiedades, sin que su consumo suponga un riesgo para la salud.

Las fechas de conservación, tanto de caducidad como de consumo preferente, están establecidas según estrictos criterios sanitarios y de calidad en unas condiciones de conservación determinadas recomendadas en el envase. Si estos parámetros no se cumplen, la vida del producto se acorta de forma importante. Hay que tener en cuenta que si el envase protector está deteriorado o el producto se abre, las condiciones de conservación serán muy diferentes, por lo que las fechas de consumo preferente o caducidad cambiarán.

Las definiciones “oficiales” de los dos conceptos son las siguientes:

Fecha de caducidad: fecha a partir de la cual el producto no se de consumir, ya que no es adecuado para el consumo (no es seguro). Se puede consumir hasta el mismo día en el que aparece la fecha. Aparece en las etiquetas de productos muy perecederos desde el punto de vista microbiológico, pasteurizados (leche, yogur, cremas,…) y en carnes o productos envasados al vacío. Son alimentos de elevado riesgo que pueden suponer un peligro para la salud tras un periodo corto de tiempo. En sus etiquetas tiene que aparecer la leyenda “Fecha de caducidad” seguida de la fecha (día, mes y año, en este orden). En algunos casos puede aparecer una indicación del lugar del envase donde aparece este dato. Estas informaciones deben completarse con una descripción de las condiciones de conservación del alimento.

Fecha de consumo preferente: fecha en la que una vez transcurrido este tiempo, el producto (sin abrir) mantiene sus propiedades en condiciones adecuadas de conservación. Pasada esta fecha, la calidad del producto puede verse disminuida pero no supone un riesgo para la salud. Se utiliza en alimentos con poco contenido en agua (aceite, legumbres, cereales, purés, sopas,…) y también en productos esterilizados (latas de conserva) y en huevos. Tiene que aparecer la leyenda “Consumir preferentemente antes del…”, si se especifica el día, o  “Consumir preferentemente antes del fin de…”, en los demás casos, seguida de día, mes y año (en este orden). En los alimentos cuya duración sea inferior a tres meses, basta con indicar día y mes. Para una duración entre tres y dieciocho meses, basta con indicar el año. También puede completarse con las condiciones de conservación que deben respetarse para asegurar la duración indicada.

Existen algunos alimentos que no tienen obligación de indicar este tipo de fechas (frutas y hortalizas frescas que no sufren ningún proceso, vinos, productos de panadería de consumo inmediato, sal de cocina, azúcar, productos de confitería elaborados casi de forma exclusiva con este ingrediente o gomas de mascar.

Tanto la fecha de caducidad como la fecha de consumo preferente, indican el momento concreto en que termina el período de comercialización de un producto y, por tanto, de su retirada de las estanterías de tiendas y supermecados. Es importante saber que si una persona adquiere un alimento que ha vencido la fecha que aparece en su etiqueta tiene derecho a que el distribuidor se lo restituya por uno cuya fecha de caducidad o de consumo preferente no haya pasado.

Una vez que los productos están en nuestra casa, es responsabilidad nuestra escoger el lugar adecuado para su correcta conservación. Si seguimos las indicaciones del fabricante y respetamos las condiciones adecuadas de almacenamiento, así como la correcta rotación de stocks en el caso de restaurantes o plantas de elaboración (con un sencillo sistema FIFO), conseguiremos la total seguridad de los productos que consumimos.

Ahora que tenemos la información necesaria deberíamos saber qué decisión tomar en cuanto a los alimentos que llevan ya un tiempo en nuestra despensa.


¿Revisamos la nuestra?









sábado, 10 de diciembre de 2011

ELEGIR UN SISTEMA DE GESTIÓN PARA NUESTRA EMPRESA (III). PASOS A SEGUIR.

Una vez decidida la norma a implantar, ¿por dónde empezamos?

 Primero por el personal implicado. Saber quién se va a encargar del Sistema, es decir, elegir la persona Responsable de Calidad si no existe ese cargo en la Organización. En empresas muy pequeñas es posible que haya que crearlo, darle a una persona esa responsabilidad y tratar que pueda acceder a la información y formación necesaria (comprar la norma y entregársela, cursos de formación, etc,..). Importante que esa persona tenga actitud de líder, capacidad de resolución de imprevistos, sea eficiente y esté en comunicación directa en este tema con la Dirección o Gerencia. En empresas donde ese cargo ya existe comunicarle al Responsable los objetivos del nuevo proyecto. Es posible que sea de ayuda buscar personal externo que nos guie en los primeros pasos, pero hay que ser consciente que el trabajo real lo tendrá nuestro personal y será éste el que tenga que seguir manteniendo el funcionamiento del sistema durante el resto del año, cuando tengamos que seguir solos.

 Indispensable, sea cual sea la complejidad de la empresa, que la Dirección  esté firmemente comprometida con el proyecto, apoye al personal responsable y facilite los medios para conseguir la implantación correcta del sistema.

  En cuanto al tiempo que se necesita para poder implantarla con eficacia. No es lo mismo arrancar la implantación desde un punto intermedio en el que ya tenemos documentación y procedimientos definidos, así como fichas técnicas de producto, fichas de proveedores, un Sistema de A.P.P.C.C. adecuadamente actualizado, etc,…que tener que empezar todo esto de 0. Si bien es cierto que un equipo ilusionado con el proyecto, bien asesorado y que trabaja en el tema con constancia, recoge mejores resultados que aquellas organizaciones que dejan todo el peso del trabajo a única persona o departamento. Podría contaros algún ejemplo de fábricas muy pequeñas con un equipo de apenas cinco personas que han sacado adelante una norma considerada de las más difíciles en tiempo récord con muy buena puntuación. Para los que lo vivimos es emocionante recordarlo….

Existe también el caso contario. Que nadie piense que por ser una gran empresa reconocida y con mucha historia, y que lleva muchas auditorías detrás, es tarea fácil pasar una auditoría de certificación o de recertificación. A veces ocurre que la confianza excesiva lleva a un desastre total. Y yo lo he visto.

El siguiente paso es escoger la empresa certificadora y ponernos en contacto con ella. Es importante saber que existen muchas empresas  que están acreditadas  por la entidad nacional de acreditación (ENAC en España) para realizar la auditoría de certificación pertinente, pero la elección es nuestra. Recomiendo informarse de cada una de ellas (no todas están acreditadas para certificar todas las normas), pedir presupuesto a varias de ellas (existen notables diferencias) y evaluar tanto estos datos como la forma de trabajar de cada una (aunque el proceso de certificación es similar, puede haber diferencias en el nivel de exigencia, reputación, imagen, etc,…).

Y por último, lo más importante: ponernos a trabajar. Leernos ( y estudiarnos) la norma en cuestión, realizar una planificación del trabajo de forma cronológica, repartir responsabilidades y tareas, realizar reuniones periódicas tanto del equipo implicado como con todo el personal y con la Dirección para explicar los pasos que se están dando y tomar decisiones adecuadas en los diferentes puntos que se nos van a exigir.

Esta es la parte más dura. Serán los meses (o años) en los que surgirán muchas dudas, se tendrán sensaciones diferentes, habrá quien quiera tirar la toalla, quien se involucre en el tema de forma sorprendente, en algún caso puede ser necesario realizar obras de adecuación de las instalaciones pero también es la época en la que se podrá ver cómo se va generando un ambiente de trabajo en equipo que probablemente no habíamos visto antes en nuestro personal o compañeros. Ésta es, en mi opinión, la clave del éxito en estos sistemas: el equipo.

Pasado este tiempo, llega el momento de la auditoría…¡y empieza a cundir el pánico! Por muy preparada que la tengamos, por mucho que hayamos trabajado en ello, son inevitables los nervios (y los imprevistos) en los días previos a la auditoría. Si estáis en esa fase, tranquilos, es normal y me atrevo a decir que incluso necesario ese estado de ánimo. Nos mantiene alerta. Puedo deciros que “el miedo a la auditoría” es totalmente normal, aunque tengamos todo en orden, y que se pasa con el tiempo y la experiencia en ellas. De todas formas, los nervios son inevitables y el auditor cuenta con ellos.

Cuando llegue el auditor (o auditores según el caso) a nuestra empresa (¡oh, dios mío!) todo debe estar preparado para que nos examine, pero sin alterar el normal funcionamiento de la actividad diaria. Debo romper una lanza a favor del trabajo del auditor. Es una labor complicada la suya. Debe examinarnos, comprobar que cumplimos los requisitos exigidos por la norma y tratar de que nadie “le engañe”, por eso tendremos la sensación de estar “bajo sospecha” la mayor parte del tiempo. Sin embargo, los auditores que yo me he encontrado, puedo decir que han sido siempre comprensivos y abiertos al diálogo. Son conscientes del nerviosismo del personal y de que a ninguno nos gusta que nos saquen defectos en nuestra propia casa. Lo dicho, no son “los malos”.

Pasados eso días de auditoría y tras obtener nuestra certificación por fin hemos conseguido nuestro objetivo, pero…no se acaba aquí el trabajo. Un Sistema de Gestión, sea de Calidad, de Seguridad Alimentaria o de Medioambiente no tiene sentido si se termina el día de la certificación. Es un sistema que hemos elegido para asumirlo como forma de trabajo y así debemos continuar. Una porque el año que viene, la certificadora tendrá que volver a comprobar que seguimos cumpliendo los requisitos e incluso mejorando, y otra para sacarle el partido a estos sistemas. Quizá sea a partir de este momento cuando mejor apreciemos  la eficacia y los rendimientos que estos aportan.

Espero que esta serie de artículos que aquí termina os haya servido para aclarar alguna duda. Si estáis en fase de tomar la decisión de embarcaros en un proyecto de este tipo, ¡adelante! Os espera una época de trabajo duro, cambios, dudas, pero al final os compensará de varias maneras. Si ya lo habéis hecho, os animo a seguir mejorando e investigando las diferentes normas que puedan complementar la que ya tenéis.

martes, 22 de noviembre de 2011

ESPECIFICACIONES TÉCNICAS DE PRODUCTO

La especificación técnica de un producto es un documento interno que recoge información básica del mismo.  También se llama ficha técnica. En ella se recogen datos claves de forma clara y concisa, y de las características técnicas del producto en concreto.
Las fichas técnicas son un documento de la empresa, en principio, de uso únicamente interno, aunque pueden ser muy útiles para otros en algunos momentos (clientes, auditores,…). Pensad que nosotros mismos vamos a necesitar pedir a nuestros proveedores las fichas técnicas de los productos que nos suministran y será esa información la que nos servirá de referencia en la recepción de los mismos para clasificarlos como producto Conforme o producto No Conforme.
Los datos que se presenten en la ficha, así como su correcta redacción, es importante para garantizar la satisfacción del consumidor, especialmente en los casos donde la incorrecta utilización de un producto puede llegar a causar daños personales o materiales y cargar con responsabilidades civiles o penales. Estás fichas deben estar revisadas, aprobadas, actualizadas (y firmadas) por nuestra empresa (frecuentemente por el Responsable de Calidad pero dependerá de cada caso).
Para diseñarlas debemos pensar primero qué datos nos parecen relevantes para definir el producto, cuáles son importantes de cara a la seguridad del alimento y también los criterios que vamos a tener en cuenta para clasificarlo. Hay que pensar que estos datos que vamos a reflejar en la ficha van a ser los que definan nuestro producto, para bien o para mal. Debe ser “la verdad”. Con más motivo cuando estamos hablando de un producto alimentario seguro.
Los datos que deberían figurar:
Nombre: Nombre  del producto,  nombre comercial (ejemplo: tarta de tres chocolates, sardinas en aceite de oliva, leche condensada,…).

Lote: Ponemos aquí el código interno que lleve el producto para poder seguir su trazabilidad.

Formato/Peso Bruto y Peso Neto: Podemos tener varios formatos para un mismo producto y hay que especificarlos (ejemplo: en una lata de conserva puede ser RO-180; en una caja de galletas podría ser “caja de 500g”). También debemos poner el peso que debe tener, tanto bruto como neto (ejemplo: en una conserva de atún, peso neto: 1800g, peso escurrido de pescado: 1400g), y el tipo de envase si lo lleva. (ejemplos: envase de hojalata, cartón ondulado.)

Ingredientes: Listado de los ingredientes y componentes de los mismos. Importante nombrar aquellos que se consideren alergenos (o alérgenos), según el listado oficial publicado por la E.F.S.A.(European Food Safety Authority) y traspuesto a la legislación española en las normas de etiquetado vigentes. También es imprescindible nombrar los posibles OGMs (Organismos Genéticamente Modificados) que deberemos rotular en el etiquetado del producto final (hablaremos de Etiquetado con más profundidad en otra ocasión). Se puede incluir aquí la receta del producto.

Uso esperado  y grupos vulnerables: Muy relacionado con el punto anterior. Importante hacer una breve descripción al modo de consumo y al grupo de población destinado (mencionar la aptitud, o no, para el consumo por parte de grupos de consumidores de riesgo: enfermos, ancianos, niños, alérgicos, diabéticos, celíacos; u otros grupos especiales: vegetarianos, musulmanes, judíos…).

Características organolépticas: Añadimos en este punto una descripción de las características físicas del producto que se pueden percibir por los sentidos (ejemplo: sabor, olor, color y textura).

Características nutricionales, Características físico-químicas, Características microbiológicas: Las presentaremos guiándonos por la legislación actualizada que le aplique a cada producto. Tened en cuenta que deberemos tener, en nuestro Plan de Análisis, datos que los confirmen.

Vida útil: Es el período de tiempo en el cual, bajo circunstancias definidas de conservación, se produce una tolerable disminución de la calidad del producto (características físicas, químicas, microbiológicas, sensoriales, nutricionales y cualquiera que tenga relevancia en la inocuidad del alimento). En el instante en que alguno de estos parámetros se considera como inaceptable, el producto ha llegado al fin de su vida útil.

Existen estudios oficiales de muchos alimentos, pero siempre es interesante tener realizados estudios de vida útil de nuestros productos en particular.

(En siguientes posts comentaré la diferencia entre vida útil, fecha de consumo preferente y fecha de caducidad).

Condiciones de almacenamiento/distribución: Aquí daremos instrucción de las condiciones básicas para que nuestro producto no se dañe, asegurando la inocuidad de éstos durante el almacenamiento o distribución.

Se puede añadir cualquier otro dato digno de mención que se considere importante. Incluso es bastante habitual poner una foto del producto.

Vale, ya sabemos cómo elaborar una especificación de producto “en condiciones”, pero en realidad, ¿cuándo las vamos a utilizar y para qué? Además de ser indispensables para tener correctamente implantado el A.P.P.C.C. y el Sistema de Trazabilidad, es útil en otros casos. El ejemplo más claro es cuando recibimos un producto (o material) de un proveedor. Serán sus fichas técnicas las q nos darán información del producto en sí y de si lo aceptamos o no. Las nuestras nos las pedirán (o deberían pedirlas) nuestros clientes para conocer exactamente las características de nuestros productos y dar por aptos o no cuando los reciban. Hay que tener en cuenta que si seguimos una norma de Calidad o de Seguridad Alimentaria, en el momento de la auditoría, el auditor nos las va pedir y va a comprobar, en la medida de lo posible, tanto los datos que en ella se recojan, como la redacción, aprobación y estado de las mismas.
Es común que se produzcan confusiones entre las fichas técnicas y las fichas de seguridad (¿no os ha pasado cuando se las habéis pedido a algún proveedor? No son lo mismo. La ficha de seguridad indica las particularidades, instrucciones, etc… de un determinado producto, material o sustancia para su uso correcto. Recogen otro tipo de datos muy diferentes (punto de fusión, punto de ebullición, toxicidad, reactividad y protección necesaria, por ejemplo).

Para acabar, quería comentar que podéis encontrar muchos modelos de fichas técnicas en internet. No recomiendo copiarlas aunque sean del mismo producto. No es el mismo, es el nuestro, y va a definir las características de nuestro producto, así que nos interesa definirlo bien.

martes, 15 de noviembre de 2011

ELEGIR UN SISTEMA DE GESTIÓN PARA NUESTRA EMPRESA (II). ESTÁNDARES.

En el caso del sector de la alimentación se nos abre un gran abanico de posibilidades que incluye normas de Seguridad Alimentaria. Personalmente me inclino por estas últimas, ya que aunque son bastante más estrictas en sus requisitos, recogen a mayores, puntos importantes de aseguramiento de nuestros productos que indudablemente se reflejarán en la Calidad de los mismos.

Los estándares más habituales y más demandados, tanto por empresas, como clientes son:

ISO 9001 (Sistema de Gestión de Calidad): la norma de Calidad por excelencia. La más conocida por todos, aplicable a todos los sectores, tipos y tamaños de empresa. Puede ser perfectamente implantada de forma integrada con la ISO 14001 de Medioambiente, ya que siguen un sistema muy parecido y nos facilita certificarnos en dos normas de forma simplificada que cubren dos campos importantes (Calidad y Medioambiente).

ISO 22000 (Sistema de Gestión de Seguridad Alimentaria) sigue el formato ISO. Si estamos familiarizados con esta forma de implantar sistemas de gestión es una buena elección si nos queremos diferenciar en la gestión de la seguridad de nuestros productos. Para los que ya tenéis implantado el Sistema A.P.P.C.C. (Análisis de Peligros y Puntos de Control Crtítico; H.A.C.C.P. en inglés) con su sistema de trazabilidad (todos los que os movéis en el sector alimentario, espero) podríamos decir que esta norma  llevará el este sistema al máximo grado de cumplimiento para asegurar nuestro productos.

IFS (International Food Standard) y BRC (British Retail Consortium): estándares de Seguridad Alimentaria publicada por distribuidores de países como Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia. Son normas que siguen un formato muy diferente del de  las normas ISO (dato a tener en cuenta a la hora de leerlas y aplicarlas a la documentación). Siguen un sistema de puntuación que nos llevará a alcanzar distintos niveles de cumplimiento y que podremos mejorar con los años. Requieren un nivel de exigencia bastante más elevado en cuanto a seguridad de los alimentos, tanto en el proceso de fabricación, de suministro, de transporte,…, como en las instalaciones de la empresa. A su favor decir que suelen ser las más exigidas por las empresas clientes, distribuidores sobre todo. Tratándose del sector alimentario, cuentan con un gran reconocimiento tanto nacional como internacional.

En siguientes posts os iré comentando detalles de cada una de ellas, experiencias personales en su implantación y certificación, y problemillas que han surgido en el proceso y la forma que se me ha ocurrido de solucionarlos (a mí y a alguno de mis compañeros).

Independientemente de cuál  hayamos elegido, y a pesar del esfuerzo, coste, papeleo  y cambios que genera en el funcionamiento y organización en la empresa, los beneficios que nos aporta seguir un Sistema de Gestión de Calidad y/o Seguridad Alimentaria son numerosos:

1.       Aportan valor añadido a tus productos y servicios.

2.       Organiza y optimiza la manera de trabajar en la empresa.

3.       Fomenta la comunicación entre los distintos departamentos internos.

4.       Aporta seguridad y confianza tanto en clientes como en el consumidor final.

5.       Mejora el trabajo en equipo, fomenta la creatividad y la innovación en el personal interno.

6.       Mejora la competitividad en el mercado.

7.        Evita fallos en la producción y facilita la rápida reacción ante imprevistos, disminuyendo así los costes el producto.

8.       Disminuye el número de auditorías de segunda parte.

9.       Fomenta la mejora continua.

Existen muchos más que dependerán de cada caso concreto. Cada organización verá los suyos propios a medida que se desarrolle el proceso de implantación y sobre todo en los años posteriores.

(CONTINUARÁ)

jueves, 10 de noviembre de 2011

ELEGIR UN SISTEMA DE GESTIÓN PARA NUESTRA EMPRESA (I). LAS DUDAS EN EL INICIO.

Cuando nos planteamos implantar un nuevo sistema de Gestión de Calidad en una empresa nos surgen  un montón de dudas, más aún si no seguimos ninguno todavía: “¿Cuántos existen?, ¿cuál elijo?, ¿cuánto me va a costar?, ¿qué tengo que hacer para implantarlo con éxito?, ¿por dónde empiezo?,¿quién lo tiene que implantar?, ¿qué empresa elijo para la certificación?, ¿podrá mi empresa con este proyecto?, ¿cuánto tiempo necesitaremos para ponerlo en marcha?, ¿beneficios que aportará a mi empresa?,…
Intentaré dar respuesta a todas ellas en este post y en dos más que le seguirán a continuación. Espero dar algo de luz a alguien en la elección  o por lo menos despertar curiosidad a algunos.

En algún caso ni siquiera es necesario pararse a pensar en qué norma nos vamos a certificar (si es que queremos certificarnos. Puede ser otra opción implantar la norma y no necesariamente certificarse) porque se nos viene impuesta. Es muy posible que sea una exigencia de una empresa cliente, un requisito para acceder a alguna concesión pública, o simplemente un deseo personal de la Dirección.

Ahora bien, si lo que tenemos es que decidir nosotros cuál o cuáles (tener en cuenta la posibilidad de implantar sistemas integrados puede ser buena idea en algunas ocasiones), debemos tener en cuenta diferentes puntos importantes:

-          Objetivo que queremos logar: importante tener claro si queremos resaltar la gestión de la empresa  en Calidad, en Seguridad Alimentaria, o en ambos temas. Determinante también tener claro la proyección de nuestra empresa en otros países y que norma tiene más peso en ellos.

-          Presupuesto: independientemente del coste económico (que lo tiene, aunque existen numeras ayudas públicas y subvenciones para estos temas), hay que tener en cuenta el coste personal, tiempo y formación de las personas a cargo del Sistema y de las implicadas indirectamente. Es importante saber que el personal deberá tener una formación básica de la norma elegida.

-          Personal necesario implicado: deberá nombrarse una persona responsable del Sistema (generalmente un Responsable de Calidad), aunque es indispensable que exista un equipo multidisciplinar que deberá conocer y participar en la implantación del Sistema. Además, el resto del personal deberá conocer la existencia del proyecto y estar convenientemente informado de los cambios y adaptaciones que en la organización se realicen.

-          Sector de nuestra empresa: independientemente de que existen Sistemas de Gestión de Calidad generales que son aplicables a cualquier sector, existen normas específicas del distintos subsectores que deben tenerse en cuenta a la hora de elegir.

-          Proyecciones futuras de nuestra empresa: si nuestra empresa tiene fábricas fuera de España o pretende instalarse en otro país, debe tener en cuenta la norma con más demanda en el mismo.

-          Estándares que siguen las empresas competencia: puede ser interesante conocer las normas que siguen las empresas afines, tanto si decidimos seguir su ejemplo, como si queremos diferenciarnos de ellas.

-          Estándares que siguen las empresas cliente: es bastante común que las empresas cliente nos lleguen a exigir que trabajemos de una forma determinada (siempre hablando de Calidad y Seguridad Alimentaria, no del proceso de producción) y sigamos su filosofía ya que el sistema que tengan implantado puede exigirles que sus proveedores cumplan con esa misma norma. También puede ser interesante este punto para poder acceder a clientes determinados que tengan estas exigencias.

-          Otros muchos: deseo de gerencia, reto personal, etc…

En función de todo esto y de otros motivos elegiremos unas u otras (en siguientes posts haré un resumen de las Normas más interesantes para el sector alimentario).

(CONTINUARÁ…)

domingo, 6 de noviembre de 2011

Bienvenid@s a mi blog

Una libreta de ideas, dudas resueltas (o no), información y comentarios sobre temas de Sistemas de Gestión de Calidad y Sistemas de Seguridad Alimentaria para profesionales del sector, estudiantes, gerentes de empresa o curiosos del tema.
Desde mi experiencia como profesional he pasado por diferentes etapas y momentos difíciles en los que he echado en falta opiniones personales en ciertos temas, ya que la teoría nos la sabemos todos los que trabajamos en esto (o lo intentamos cada día).
Espero que a más de uno os sirva de ayuda en alguno de esos momentos en los que los Responsables de Calidad nos vemos "solos ante el peligro", y a otros os anime a introduciros en el inmenso (y emocionante) "mundo real" de la Calidad.
Serán bienvenidas aquellas sugerencias y comentarios de los post publicados.

¡¡Vamos allá!!