martes, 3 de abril de 2012

ALERGENOS

En los últimos años, la incidencia de casos de alergias o intolerancias alimentarias, ha aumentado de forma considerable. Aunque la mayoría de las alergias o intolerancias provocan síntomas leves, algunas alergias a los alimentos pueden generar problemas graves de salud, incluso poner en peligro la vida de muchas personas.
Aunque las alergias y las intolerancias provocas síntomas similares, conviene diferenciarlas ya que el origen de los mismos es diferente:

En el caso de las alergias alimentarias, el sistema inmune de nuestro organismos reacciona “de forma exagerada” frente a sustancias que están presentes en los alimentos. Estas sustancias es lo que conocemos como alergenos.

En la intolerancia a un alimento ocurre algo diferente. En este caso, el organismo no puede digerir de forma correcta un alimento o alguno de sus componentes. En este caso el sistema inmune no interviene (al menos no de la misma forma). Suele ser producido por una deficiencia en una enzima o en su actividad.

En ambos casos, el consumidor afectado necesita tener información suficiente en el etiquetado de los alimentos para poder evitar poner en peligro su salud. Es por ello que las Administraciones implicadas han regulado este tema y han incluido en las normas de etiquetado, directrices para los alergenos.
Se han estudiado de manera científica los ingredientes o sustancias que pudieran causar reacciones peligrosas a individuos sensibles, y se ha comprobado científicamente la probabilidad de que éstos puedan o no, ocasionar alergias. Tras estos estudios se ha publicado la siguiente lista oficial de alergenos que deben mencionarse en el etiquetado:

1.       Cereales que contengan gluten (trigo, cebada, centeno, avena, espelta, kamut o sus variedades híbridas) y sus productos derivados.

2.       Crustáceos y productos a base de crustáceos.

3.       Huevos y productos a base de huevo.

4.       Pescado y productos a base de pescado.

5.       Cacahuetes y productos a base de cacahuetes.

6.       Soja y productos a base de soja.

7.       Leche y sus derivados (incluida la lactosa).

8.       Frutos de cáscara (almendras, avellanas, nueces, anacardos, pacanas, castañas de Pará, pistachos, nueces de macadamia y sus derivados.

9.       Apio y productos derivados.

10.   Mostaza y productos derivados.

11.   Granos de sésamo y productos a base de granos de sésamo.

12.   Dióxido de azufre y sulfitos en concentraciones superiores a 20mg/kg o 10mg/L, expresado como SO2.

13.   Altramuces y productos a base de altramuces.

14.   Moluscos y productos a base de moluscos.

La forma en la que deben mencionarse estos alergenos dependerá de varios factores siguiendo siempre la norma de etiquetado. Hay que tener en cuenta que determinadas sustancias pueden no figurar en la lista de ingredientes y que existen los llamados “alimentos ocultos”. Pueden no aparecer por error en la denominación de la materia prima, por omisión en el etiquetado o por contaminación con otros alimentos. Es por ello que se incluyen, o deberían incluirse, en el Sistema de A.P.P.C.C. de las empresas como Punto de Control Crítico (PCC).